Conócete a ti mismo

Concluir quién soy y a dónde voy ha quedado claro que no es cosa fácil, por no decir imposible. La sabiduría popular no desconoce tal hecho, por ello seguramente se ha mantenido el proverbio de que “la esperanza muere al último”. En la constante transformación y, por qué no, evolución de nuestra persona, surgen nuevos planteamientos y objetivos, los cuales podrán definir en gran medida el futuro, pero dicho futuro dependerá de esas mismas elecciones que hagamos.

Todos somos eternos insatisfechos, sin lugar a dudas, dejémoslo claro. Nuestra misma condición de ser inquieto, muchas veces peleada con la racionalidad de la que se hace alarde, nos conduce a dos caminos: mejorar nuestra condición o sencillamente renegar de ella, lo cual deriva muchas veces en la inacción.

Una vez dicho lo anterior, el siguiente planteamiento, que es por mucho no menos complejo que los primeros, sería: ¿qué hacer para satisfacernos?

Este planteamiento no es nuevo, ya los antiguos griegos lo meditaban. Se tienen numerosos registros de varias escuelas filosóficas que durante la época de los grandes maestros y posteriormente, se mandó inscribir en las fachadas principales la siguiente oración: "Conócete a ti mismo".

¡Nada más difícil! 

Cada quien puede asumirlo a su manera, sin embargo, a titulo personal, he de decir que todos, por nuestra natural naturaleza, somos capaces de averiguar la respuesta a tan complejo cuestionamiento. La "cura" a esa insatisfacción eterna que padecemos se halla en nosotros mismos.  



Natural naturaleza

Comencemos por empezar o más difícil aun, empecemos por comenzar. ¿Quién soy? y ¿a dónde voy? preguntas de respetable antigüedad que merecen ser tratadas con propiedad. Tal vez no hoy ni mañana, pero si pasado mañana, surjan en alguna mente febril, y ahí se quedaran, tan arraigadas como nuestro mismo nombre.

Seguros de nosotros mismos, miles e irrefutables definiciones esgrimiremos, cuya probabilidad de prevalecer o, más importante aun, esclarecer tales cuestionamientos, será igual o menos que nula. Se dice que la vida es escuela y, por tanto, aprendizaje en sí misma. Hoy ya no somos lo que ayer fuimos, ni mañana seremos los mismos. Siempre estamos en un constante proceso de definición, a primeras vistas completo, visto una segunda vez, incompleto o inacabado. ¿Por qué? Porque todos los días se aprende algo nuevo.

Alguna vez alguien escribió "todos somos un mundo", totalmente cierto, lo cual nos lleva a un replanteamiento, ¿qué mundo soy yo? El hombre por naturaleza es curioso, en mayor o menor grado requerimos de certezas. En ese afán cada quien establece sus postulados, positivos o no, pero que apaciguan esa curiosidad.

Sin embargo, esa maquinaria brillante y no siempre bien aprovechada, conocida como mente humana, es renuente a estarse quieta, por naturaleza pone en duda su entorno. Es así que al final del día, de la semana, del mes o del año, encontramos que los cuestionamientos siguen ahí....

No nos sorprendamos pues, el ser humano es por natural naturaleza, un eterno insatisfecho…