Si no fue casualidad sino destino, ¡ojalá volviera a aparecer esa mujer en mi camino!

Enclavado en el corazón de una de las urbes más pobladas a nivel mundial, corre y recorre sin tregua el flamante transporte por excelencia, que no predilecto, de los capitalinos, con su estridente y vivo color naranja que forma parte ineludible del imaginario colectivo, sin el cual la Ciudad de México no estaría completa.
En su ir y venir suben y bajan cientos, miles de personas al día, todos con una ruta definida y un punto de llegada. Nunca falta encontrarse con un amigo, conocido, familiar o compañero de trabajo durante el trayecto, aunque son más las veces en que solo desconocidos vemos a nuestro alrededor.
Así pueden transcurrir nuestras travesías por las entrañas de la ciudad, acumulando no solo kilómetros de viajero frecuente, sino también miles de rostros, ojos, expresiones, voces y hasta olores, los cuales pocas veces atesoramos y no sin comprender el porqué; todos acumulándose hasta formar un anecdotario basto, pero que con frecuencia es olvidado con el discurrir de los días.
Tan acostumbrado al ajetreo, todo indicaba que sería un día similar a los demás, porque definitivamente no hay dos días iguales, trafico, gente, empujones, calor y poca ventilación, muchas cosas que pensar y otras tantas que reflexionar, así de ensimismado iba, pero como si de un ensueño se tratara, ahí estaba ella, sin más, cual truco de magia o de la imaginación, parada a la mitad del vagón, sufriendo los embates del calor, el constante ondular de su negra, lacia y exuberante cabellera de un lado a otro lo traslucía.
Tal vez fue el blanco de su collar de perlas, su vaporosa piel cobriza o esa mirada llena de vida y feminidad lo que atrajeron mi atención, haciendo desaparecer el tumulto y más soportable el calor. Todo parecía conjugarse para darle la razón al viejo adagio que reza que de la vista nace el amor o que el amor entra por la mirada, tan acertada como casi siempre es la sabiduría popular.
Quién encontró a quien, ni sus ojos ni los míos podrían decirlo, cual azar o destino, solo sucedió, desatando un frugal juego de miradas, siempre huyendo pero al mismo tiempo esperándose, coronando esos breves encuentros con un sensual esbozo de sonrisa.
Unas estaciones más y su destino llegó, una breve pero exquisita y jovial sonrisa concluyó el frugal juego. Si me enamore, no podría asegurarlo, mi escepticismo prevalece en eso de amor a primera vista, lo único que reconozco y que aun no sé a ciencia cierta cómo lo logro, es que fue capaz de convertir la cotidianidad en un día para recordar.
Dicen los que saben que las casualidades no existen, tal vez sea cierto, tal vez nuestra vida este de antemano marcada por el destino, ¡será el sereno señores!, pero hoy comprobé que si no fue casualidad sino destino, ¡ojalá volviera a aparecer esa mujer en mi camino!

Uno pone y Dios dispone.

Al despertar, uno nunca sabe lo que el destino le depara para ese día, ni siquiera podemos imaginarnos lo que nos espera al doblar la esquina rumbo a la escuela, trabajo, universidad o algún pendiente, lo único con lo que contamos a lo largo del día, es de nuestra disposición para sobrellevar un día más de nuestra existencia.
A veces me he preguntado si realmente es tan importante nuestra existencia sobre este mundo, porque al hacer memoria de los grandes personajes antiguos, e incluso sobre nuestros propios familiares, podemos llegar a destacar ciertas cualidades y acciones realizadas en vida, tal vez a los héroes nacionales sean quienes más logren trascender en el tiempo, al igual que los escritores, pero ¿y los demás?
Uno puede pasar toda una noche en vela, especialmente aquellas en que pareciera que nuestra mente está excesivamente revolucionada y le da por ponerse a planificar casi nuestra vida entera, pensando en lo que tenemos que hacer, lo que debemos hacer, y lo que debemos obtener, con un resultado en que la vida es más que perfecta.
Ya lo dice la sabiduría popular: “Uno pone y Dios dispone”, creyentes o no, la verdad es que suele suceder así, todos nuestros planes son perfectos hasta el momento en que interviene la realidad. Por ello, he llegado a la conclusión de que sí, planifiquemos, preocupémonos, fantaseemos con trascender en la historia, pero más que nada, disfrutemos del momento que nos regala la vida, tratemos de preocuparnos menos por el mañana y más por el hoy, y sobre todo, seamos conscientes de que si logramos trascender en la vida de alguien, debemos darnos por bien servidos, porque al final de las cosas, en lo que nos convertimos todas las personas, no es más que en un recuerdo.   

Los abuelos del recuerdo

Cuando de visitar a los abuelos se trata, no siempre se tiene en mente lo que va suceder, sin embargo, a partir de los 20 años para muchos de nosotros resulta bastante común, incluso rutinario.
Lejos quedaron aquellos días en que ir con los abuelos significaba todo un mundo de nuevas historias, nuevos juguetes, juegos, risas con esa persona mayor a la que éramos capaces de convencer de cualquier capricho nuestro.
Es un poco extraña la forma en que un abuelo trata al nieto, ya que nunca trato de igual forma al hijo, y eso es algo que siempre escucharemos. Tal vez nos pase, sin lugar a dudas, y entonces comprenderemos que es lo que nos convence de un niño de 4 años, que nos lleva a darle toda la libertad que los hijos no gozaron.

¿Locura de amor o amor sin cura?

¡Ah pero que difícil es hablar del amor cuando no se está enamorado! ¡Y qué sarta de tonterías es uno capaz de hacer y decir cuando lo está!
Así de sencillo y rápido podría responder un abuelo o abuela la pregunta curiosa del pequeño nieto, que a sus 7 años de edad, no logra comprender lo que significa Día de San Valentín ni todo lo que implica cada 14 de febrero.
Y aun así, muy probablemente, el niño no quedara conforme ni vera satisfecha su curiosidad con tal argumento del abuelo, persona respetable y venerable por sus conocimientos, pero que le deja aun aquella espinita de la duda.
Tal vez llegue un día en que crea haberlo descubierto, lleno de ilusión y alegría, extasiado por experimentar un sentimiento antes desconocido y sin el cual no puede ver la vida de la misma forma. Así mismo en que algún día subsecuente, la cruda realidad toque a su puerta y sin más, vea esfumarse toda su ilusión y dicha, llegando a trastornar su vida  en algo más que la rutina.
Y la misma historia podrá repetirse, encarnar al personaje principal una y otra vez, cual Quijote enamorado de su querida Dulcinea, siempre luchando contra gigantes, hasta tocar al fin de la historia y tomar un breve aliento para comenzar de nuevo con otra.
¿Cuándo terminará? No es posible responder tal pregunta, tal vez la única certeza que podemos aventurar, es que algún día, se dará cuenta de lo que significa poder llamar a alguien amigo, el honor y responsabilidad que alguien lo considere realmente su amigo, como también el significado del amor incondicional de una madre, de un padre y de los abuelos.
La experiencia de 15 días de San Valentín, me permite aventurar tal certeza, y considero 15 por el sencillo hecho de que los 7 restantes no me considero consciente de lo que hice.


Proyecto tentativo


1.      Título
El posicionamiento geoestratégico del Ejército mexicano en el contexto de la agenda de seguridad con Estados Unidos de América en el siglo XXI.

2.      Planteamiento del problema
La cercanía de México con los Estados Unidos de América no se ha caracterizado por tener un carácter afable y respetuoso, más bien todo lo contrario. La proximidad entre ambas naciones ha favorecido la consolidación de un complejo esquema de interacciones sociales, culturales, económicas y, principalmente, políticas; donde el intervencionismo estadounidense ha sido una constante para México, ya que histórica y recientemente Estados Unidos lo ha considerado como un elemento dentro de su política de seguridad interna.[1]

La visión estadounidense en cuanto a la seguridad sufrió un viraje profundo tras los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 (11- S), afectando de manera directa e inmediata la relación con México, específicamente en cuestiones de la frontera entre ambos países, debido a su extensión que la convierte del mismo modo en la más vulnerable.

La coordinación entre ambos países de la agenda binacional en temas referentes a la seguridad ha estado dominada, por tradición y de forma ciertamente velada, por las Fuerzas Armadas del lado mexicano y por el Departamento de Seguridad Interna por el lado de Estados Unidos. Por lo que el cambio de la agenda de seguridad estadounidense tras los atentados, las Fuerzas Armadas de México se han visto en la necesidad de reformular sus posiciones estratégicas, para poder cumplir en gran medida con los puntos de la agenda de seguridad (Iniciativa Mérida), comenzando por reforzar sus fronteras a través de destacamentos del Ejército y de la Marina mexicanos.


3.      Objetivos:
           Estudiar el posicionamiento geoestratégico del Ejército mexicano a partir del año 2000 (factores internos y externos).
           Analizar el impacto de la agenda política de seguridad México-EE.UU para el Ejército de México tras la reformulación de esta como resultado de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
           Presentar las ventajas y desventajas del posicionamiento geoestratégico actual.

4.      Hipótesis
La agenda de seguridad entre México y EE.UU. incide de forma significativa en el posicionamiento geoestratégico del Ejército mexicano.


[1] Cfr., Bosch García, Carlos, “La base de la política exterior estadounidense”, UNAM, México, 1986; Jeanette Becerra, “Ya llegará México, dicen en EU”, en revista Milenio, No. 441, 13 de marzo de 2006, México, p. 9.

"Te lo digo, con el corazón en la mano".

En boca cerrada no entran moscas... frase más escuchada y parafraseada por nuestros abuelos, padres e incluso amigos. Ese afán nuestro de callar cuando tenemos tanto que decir es, sinceramente, incomprensible para mí.
Tal vez sea ahí donde resida su razón de ser, en la incomprensión, al no tener la certeza de que seremos entendidos, o por lo menos, escuchados.
Pero una cosa me lleva a otra. Si se argumenta que el ser humano por naturaleza es social, entonces, ¿Por qué calla cuando tiene algo que decir?
Estaríamos hablando de una seria contraposición de conceptos entre el ser humano social, que no puede estar aislado, pero que se calla todo aquello que piensa, percibe y siente.
Tal contradicción, de considerarla cierta o mínimamente afirmativa, nos explicaría en gran medida el porqué es tan difícil la comprensión entre los seres humanos. Si el hablante calla, el interlocutor no lo escucha, y por tanto, el sistema del habla es inexistente.
He comenzado a creer que es un hábito del ser humano, callar por temor y ante la certeza de que nadie, ni la persona más interesada y esperanzada en escuchar lo que realmente pensamos y sentimos, será capaz de comprendernos.
Esta relación de hablante y oyente, y viceversa, ha quedado claro que resulta sustancial en cualquier tipo de relación, porque de  malentendidos y explicaciones está lleno el camino del entendimiento.
El callar cuando se tiene tanto que decir, indudablemente nos llevara a los "hubiera", esa partícula tan fenomenal que nos hace fantasear por unos segundos con nuestro futuro si hubiéramos actuado o dicho una sola idea sobre lo que realmente queríamos.
Nadie dijo que la vida fuera fácil, eso de antemano lo sabemos todos, pero también hay una certeza que todo ser humano sabe, aunque no a todos les guste pensar en ella, vida solo hay una, y como tal, se debe vivir. Arriesgarnos e ir mas allá de nuestros pensamientos, enseñarles la puerta del lenguaje y mucho mejor aun, transformarlas en acciones.
De antemano llevamos perdida la partida, pero la fuerza de las ideas, la sinceridad de nuestras palabras, puede hacer cambiar el viento a nuestro favor. Solo necesitamos ser claros, precisos y concretos, aun cuando de sentimientos hablemos, ya lo dice el dicho "Te lo digo, con el corazón en la mano".