¿Fin de los tiempos o fin de semestre?

El fin de los tiempos, dicen unos; el fin del mundo, dicen otros; el fin de la humanidad, dicen el resto; pero lo que yo veo, es que el fin de un semestre más de la universidad ¡está cada vez más cerca! Lo cual me causa ciertas contradicciones, ya que por un lado, habrá vacaciones, tiempo para relajarse, salir con los amigos, la familia, turistear un poco, leer los libros acumulados en nuestras mesas y un largo etcétera que se planeó hacer una vez que lleguen las vacaciones.
Sin embargo, por otro lado, no es un fin de semestre cualquiera, es el fin del penúltimo semestre ¡de la carrera! Lo que me motiva a comenzar a pensar que haré una vez que haya concluido el último semestre. En una lógica aceptable, lo más conveniente sería comenzar a prever lo que puede suceder, idear diferentes escenarios que se nos pueden presentar ya para finalizar, si bien nunca habrá uno ideal, no estaría de más uno que se le asemeje.
Tal vez sea demasiado pronto comenzar a pensar en eso para unos, ya que sus futuros inmediatos no está dentro de 8 meses, sino en 3, ante la posibilidad de irse a estudiar al extranjero durante su último semestre, lo cual se merecen. Pero para algunos otros, tal vez el grueso de la generación, nuestro futuro inmediato será revisar que materias tomar para el próximo semestre, con qué profesores y después, comenzar a preparar la tesis.
Nadie sabe lo que nos depara el futuro, aun por mucho que lo planeemos, pero de algo debemos estar seguros, que el mundo no se acabará de un día para otro, como todo, será un proceso gradual, y mientras eso sucede, habrá que cumplir con nuestras obligaciones y, de ser posible, ver realizados nuestros proyectos, no vaya a ser que el fin de los tiempos nos alcance.

"Si los chaparros no somos pen#$%, somos abusados"

No cabe duda de que más sabe el diablo por viejo que por diablo, si la sabiduría popular nunca se equivoca, y menos cuando su principal base de sustento es nada más y nada menos que la experiencia.
Desde hace tiempo he tenido, por gracia o desgracia, escuchar diversas experiencias de muchos señores retirados, más que nada por la edad, al encontrarse ejercitándose, sí, a su edad aun se ejercitan. Suele ser tan simpática una conversación entre gente de edad avanzada que nos suele durar por un tiempo lo que hablaron, claro, siempre y cuando no sean reproches o relacionados a épocas de “sus tiempos”.
La frase que me hizo el día fue: “si los chaparros no somos pen$%&, somos abusados”, lo cual me cayó bastante en gracia, y más viniendo de un señor ya entrado en años y canas, ¡chaparro! Sin lugar a dudas es de reconocer el buen humor que se cargan, ya a esa edad, ¿Cuáles podrían ser sus preocupaciones que no sean los nietos o cobrar debidamente su pensión?
Como dijera el poeta: ¡Oh divina juventud, te vas para no volver! Pero ojala me dejaras esa alegría y esa viveza que veo en esas personas mayores, joviales, aun sonrientes, y llenas de humor, acido y negro, pero al final humor, que se levantan temprano para platicar con sus camaradas, aunque no niegan que se debe a la máxima seguida por sus esposas durante todos sus años de casados: “dos cosas deben salir antes de las 7 de la mañana de la casa, la basura y el marido.”

Lluvia nocturna

Nada como el suave y tenue sonido de las gotas de lluvia golpeteando los cristales de una habitación para sentarse o recostarse sobre la cama, ponerse a reflexionar sobre un asunto cualquier y dejar volar la mente. Puede decirse que son de las noches quemas disfruto de la soledad, aunque no me niego a una buena compañía.
Es singular que ese sonido de agua fluyendo, cayendo, pueda generar tantas cosas, dependiendo de la cantidad y la velocidad con la que fluya. Desde el impetuoso golpe de las olas del mar hasta el lento discurrir de un riachuelo por una vereda, se despiertan sentimientos y sensaciones que el ser humano pocas veces puede encontrar por sí solo.
La noche, acompañada por la lluvia y enmarcada bajo la luna creciente, son capaces de transportarnos a mundos soñados, a escenas reales o irreales, a difuminarnos y mezclarnos entre el sueño y la fantasía, hasta perdernos en el horizonte, allá donde el mar y el cielo parece que se unen.

¡A la madre! (con mucho cariño)

La vida de cada ser humano no se entiende sin sus progenitores, especialmente en lo que respecta a la madre, porque de ahí provenimos, nueve meses de estar con ella, sentir con ella, alimentarnos de ella, forjan un lazo indisoluble que nos acompañara durante muchos años.
No existe ser más maravilloso que una madre, que conoce a sus hijos casi a la perfección, sabe de sus miedos y aficiones, reconociendo con una simple mirada lo que estamos pensando o pasado. Sin duda alguna, creo que una madre es la encargada de enseñarnos la parte más sensible de este mundo, aquella más ligada a los sentimientos y al corazón.
Creo que salvo casos muy excepcionales, todos vemos en nuestra madre un ser siempre dispuesto para nosotros, que estará ahí en todo momento, dispuesta a ayudarnos y meter las manos al fuego por sus hijos e hijas.
Todos los días 10 de mayo escuchamos que a una madre no se le debe festejar un solo día, sino todos y cada uno del año, lo cual es verdad, pero ¿Cuántos lo hacemos? ¿Cuántas veces a la semana le damos las gracias por lo que hace? ¿Cuántas veces le deseamos un buen día?
A veces se nos olvida lo elemental, y mas con una vida tan ajetreada, pero es necesario que recapacitemos sobre lo que realmente vale la pena en este mundo. Tal vez no tengamos dinero para comprarle una flor a nuestra mama, pero si podemos tener el tiempo para sentarnos a escucharla, a platicar con ella, dedicarle un poco del tiempo que ella siempre nos dedico de niños.
En lo personal puedo decir que he tenido una mama maravillosamente mala, llena de virtudes y muchos defectos, pero me consta que ha dado su mejor esfuerzo y puesto todo su empeño en darme lo mejor de esta vida, lo cual ni el regalo más caro que el dinero pueda comprar, será suficiente para darle mi reconocimiento y agradecimiento.

Los caminos de la vida

Recorrer caminos inciertos, inhóspitos, despoblados o poco conocidos, es la tarea a la que debería avocarse el ser humano por naturaleza, no temer a lo que pueda encontrar, sino siempre pensar en lo benéfico que hará al abrir nuevos caminos.
Así es la vida, un ir y venir, cruce de caminos infinitos, desviaciones, subidas y bajadas, voladeros y barrancas, a veces caminos rectos hasta el infinito y muchas veces con curvas al por mayor. ¿Cómo se puede disfrutar de una vida así? Nadie lo sabe a ciencia cierta, sin embargo, es probable que todo dependa de la velocidad que se imprima en cada una de esas rectas o curvas, ya que la sensación causada, motivará el siguiente movimiento.
Nadie sabe a qué camino se enfrenta uno, por tanto, no sabemos que vehículo es mejor para transitarlo, lo cual nos debería llevar a pensar que partir de un vehículo aguantador y rendidor, como lo es un “vocho” que nunca te deja tirado, podría ser buena opción para comenzar a trazar nuestro propio camino, imprimiendo diferentes velocidades, pero eso sí, consciente de la maquinaria que traemos. Y si no, habría que preguntársele al motociclista que hoy me tocó ver tirado en la federal México- Cuernavaca, por creer que una moto de carreras bastaba para tomar a exceso de velocidad una curva bastante cerrada no calculó que tremendo trancazo se llevaría al salir disparado hacia el acotamiento.
Ni modo, dicen los que saben, que así se aprende en esta vida, a golpes…  

Palabras al viento

Las palabras se las lleva el viento...

Hablar, esa forma tan sutil y util que posee el ser humano, entre todos los seres vivos, como una capacidad que lo distingue y le permite ir más allá de los sentimientos, cualidad que le permite explicarse o hacerse entender ante otros seres humanos.
Sin embargo, a pesar de la gran utilidad que representa el habla ¿Hasta que momento es útil? Las palabras suelen ir dirigidas a un receptor, aun sea uno mismo, tal vez generen una respuesta, tal vez no, pero lo importante es lo que representan en ese momento.
Tal vez no lo consideramos cuando hablamos, pero las palabras suelen irse con el viento, tal vez cumplan su cometido, sea inmediato, mediato o a largo plazo, tal vez no lo hagan y caigan en el vacío.
Esto genera la duda ¿Para qué hablar, si las palabras al final, se pierden en el tiempo?

Sopresas...

Lo mejor de esta vida casi siempre será esperar lo inesperado, lo que en términos coloquiales se dicen las sorpresas.
A muchos pueden gustarles, a otros tantos no, todo dependerá del nivel de orden, jerarquización y estructura que tenga cada quien en su vida diaria, a corto, mediano y largo plazo. Es un hecho que el tener planeadas las cosas suele rendir buenos resultados, así mismo, a partir de eso, permite hacer proyecciones a futuros aun más a largo plazo. Sí, con todo eso estoy de acuerdo, pero ¿qué pasa con aquellas cosas inesperadas?
Las sorpresas, a mi parecer, buenas o malas, tienen la capacidad de darle a la vida giros inesperados, vientos que provocan un viraje de rumbo, un ajuste de velas… A veces no sabemos a dónde nos llevaran tales acciones, ya que no estaba dentro de nuestros planes dar ese golpe de timón, pero una verdad irrefutable es que los vientos, al menos en el mar, deben de aprovecharse al máximo, debemos orientar nuestras velas hacia donde el viento sople con mayor fuerza, aprovechando el momento.  
Puede que esos cambios necesarios nos lleven a situaciones que no nos gusten, que no sea lo que esperemos ni queramos, pero que a la larga resulten benéficas, y de no haber sido por ese viento, tal vez nunca hubiéramos llegado a ese lugar. Las sorpresas son las especias que le dan sabor a la vida, los vientos tan solo los caminos que nos ofrece la inmensidad del mar. Cada quien sabrá cómo ajustar sus velas, que vientos tomar y cuales dejar pasar, lo único que no deberíamos dejar de pensar, es el lugar al que queremos llegar, sin importarnos a los caminos que nos obliguen los vientos a tomar.