Uno pone y Dios dispone.

Al despertar, uno nunca sabe lo que el destino le depara para ese día, ni siquiera podemos imaginarnos lo que nos espera al doblar la esquina rumbo a la escuela, trabajo, universidad o algún pendiente, lo único con lo que contamos a lo largo del día, es de nuestra disposición para sobrellevar un día más de nuestra existencia.
A veces me he preguntado si realmente es tan importante nuestra existencia sobre este mundo, porque al hacer memoria de los grandes personajes antiguos, e incluso sobre nuestros propios familiares, podemos llegar a destacar ciertas cualidades y acciones realizadas en vida, tal vez a los héroes nacionales sean quienes más logren trascender en el tiempo, al igual que los escritores, pero ¿y los demás?
Uno puede pasar toda una noche en vela, especialmente aquellas en que pareciera que nuestra mente está excesivamente revolucionada y le da por ponerse a planificar casi nuestra vida entera, pensando en lo que tenemos que hacer, lo que debemos hacer, y lo que debemos obtener, con un resultado en que la vida es más que perfecta.
Ya lo dice la sabiduría popular: “Uno pone y Dios dispone”, creyentes o no, la verdad es que suele suceder así, todos nuestros planes son perfectos hasta el momento en que interviene la realidad. Por ello, he llegado a la conclusión de que sí, planifiquemos, preocupémonos, fantaseemos con trascender en la historia, pero más que nada, disfrutemos del momento que nos regala la vida, tratemos de preocuparnos menos por el mañana y más por el hoy, y sobre todo, seamos conscientes de que si logramos trascender en la vida de alguien, debemos darnos por bien servidos, porque al final de las cosas, en lo que nos convertimos todas las personas, no es más que en un recuerdo.   

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