Adios al tiempo

Es difícil aceptar cuando se llega al punto de termino de alguna etapa de nuestras vidas, sean tanto cuestiones sentimentales, como de desarrollo físico, e incluso cuando se trata de nuestra evolución mental.
La idea del fin es algo que podríamos asegurar, sin temor a equivocarnos, que todos en este mundo tienen presente, pero pocos, o casi nadie, está dispuesto a aceptarlo tal cual es. El temor que nos llega a despertar el futuro, o el fin en sí mismo, es increíblemente aterrador.
Esta conjugación de tiempo y futuro es algo sumamente trascendental para todo ser humano, ya que esta idea de pensar en lo venidero es algo sumamente arraigado, pero se piensa de una forma en que en un principio, cuando somos jóvenes, creemos que el tiempo es infinito, y aun nos faltan muchos años. Cuando se llega a la adultez, este tiempo nos parece sumamente corto, aunque aun suficiente para nuestros proyectos y objetivos, pero que pasa cuando nos damos cuenta de que el camino se nos acaba.
Esta idea de que el camino llega a su fin nos permite darnos cuenta en gran medida del camino que hemos recorrido, y muchas veces, del camino que aún nos falta por andar. Pero darnos cuenta de ello no es sencillo ni fácil, sino todo lo contrario. Aceptar que hemos de seguir adelante, dejando la comodidad de una etapa que manejamos al derecho y al revés, nos causa problemas.
Ejemplos nos sobran a manos llenas, pero el más reciente ha sido el fin de semestre y la despedida de la facultad que por cuatro años y medio albergó a una generación de amigos, conocidos o tan solo compañeros, pero la realidad es que esos cuatro años fueron una etapa con altas y bajas sin duda alguna, pero que tocaron a su fin y es hora de seguir adelante cada quien por caminos separados, esperando que algún día se vuelvan a encontrar.
Caso diferente ha sido la muerte del profesor Juan Pablo Córdoba, un excelente catedrático, poco ortodoxo, pero sumamente practico, que siempre buscaba hacernos vernos más allá de lo podíamos leer en las noticias. Un verdadero profesor comprometido con la facultad, conocedor como pocos de los tejes y manejes al interior de esta y que siempre trato de darnos una explicación del por qué de las cosas que ahí suceden. Una enorme pérdida sin duda, pero así es cuando la vida llega a su fin.


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