La necesidad de ser escuchados pero también de escuchar.

Se dice que el ser humano por naturaleza, es un ser social. El cual no puede permanecer  aislado de otros seres humanos, ya que la comunicación es parte esencial de su desarrollo y crecimiento.

Demostraciones sobran para hacer válido tal argumento, el circuito del habla se cumple a plenitud todos los días, desde la plática informal con nuestra mente acerca de una negativa categórica a levantarnos, hasta los buenos días que decimos a la familia o al vecino, al jefe o al amigo.

Sin embargo, la situación inequívocamente cambia cuando de escuchar se trata. El ser humano, ente misterioso y aun considerado materia de estudio, no es propenso a escuchar. El escuchar, a diferencia del hablar, es un proceso que requiere mucho más tiempo de práctica y conocimiento, ya que pocas veces se puede decir que estamos escuchando, cuando en realidad tan solo oímos.

Pero por algo el sistema es sistema y debemos entenderlo como bidireccional. No solo se debe pedir que nos escuchen, sino también debemos escuchar. Al ser cada humano un mundo, con sus complicaciones y tranquilidades, la necesidad de expresarse debería ir muy de la mano con el escuchar al otro.

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