Los caminos de la vida

Recorrer caminos inciertos, inhóspitos, despoblados o poco conocidos, es la tarea a la que debería avocarse el ser humano por naturaleza, no temer a lo que pueda encontrar, sino siempre pensar en lo benéfico que hará al abrir nuevos caminos.
Así es la vida, un ir y venir, cruce de caminos infinitos, desviaciones, subidas y bajadas, voladeros y barrancas, a veces caminos rectos hasta el infinito y muchas veces con curvas al por mayor. ¿Cómo se puede disfrutar de una vida así? Nadie lo sabe a ciencia cierta, sin embargo, es probable que todo dependa de la velocidad que se imprima en cada una de esas rectas o curvas, ya que la sensación causada, motivará el siguiente movimiento.
Nadie sabe a qué camino se enfrenta uno, por tanto, no sabemos que vehículo es mejor para transitarlo, lo cual nos debería llevar a pensar que partir de un vehículo aguantador y rendidor, como lo es un “vocho” que nunca te deja tirado, podría ser buena opción para comenzar a trazar nuestro propio camino, imprimiendo diferentes velocidades, pero eso sí, consciente de la maquinaria que traemos. Y si no, habría que preguntársele al motociclista que hoy me tocó ver tirado en la federal México- Cuernavaca, por creer que una moto de carreras bastaba para tomar a exceso de velocidad una curva bastante cerrada no calculó que tremendo trancazo se llevaría al salir disparado hacia el acotamiento.
Ni modo, dicen los que saben, que así se aprende en esta vida, a golpes…  

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