Tiempo al tiempo (Parte I)

La concepción del ser no estaría completa sin la necesaria alusión al espacio-tiempo que tanto preocupa al ser humano.

Nuestro entorno indudablemente condiciona muchos de los aspectos del ser, la percepción que se tenga de ellos incidirá en nuestras conductas y actitudes, por lo que al estar inmersos en un espacio sumamente cambiante y diverso para cada ser humano, habremos de dejarlo de lado para efectos prácticos.

Avoquémonos entonces al tiempo, ese elemento inherente a la vida humana, siempre presente y latente, tanto que a veces incomoda, y del que no todos somos capaces de modelar o adecuar a nuestras necesidades, por el simple y llano hecho de que no sabemos cómo.

Si uno leyera el Manual de prospectiva y decisión estratégica: bases teóricas e instrumentos para América Latina y el Caribe, cuya autoría es de Javier Medina Vásquez, tendríamos que el futuro se conforma de dos partes en esencia, los factum y los futura. El primero está ligado al pasado y el desarrollo del presente, mientras que el segundo únicamente proviene de las representaciones mentales de los actores sociales de aquello que puede suceder.

Meditémoslo y, más importante aún, comprendámoslo, tal planteamiento puede resumirse en que “lo importante no es solo mirar el futuro, sino la forma estructurada de observar el devenir”.

La prospectiva, asi como la anticipación, en su esencia, van más allá del simple hecho de correlacionar el presente con el futuro, numerosos estudiosos en la materia afirman que la prospectiva no implicaba el simple hecho de conocer el futuro, sino que se debe propugnar todo un esquema en el que actuando en el presente se construya el futuro deseado. “Para la prospectiva el pasado y el presente deben ser escuchados y analizados, pues ofrecen indicaciones para actuar. No se observa el futuro por el placer de analizar un sistema social. Se visualiza para actuar, para producir mejores decisiones en el presente”.


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