Tiempo al tiempo (Parte II)

Pero ¿por qué reservar solo a los estudios prospectivos el futuro?

El ser humano como individuo tiene la capacidad de moldearse a sí mismo y también su exterior, todo reside en su poder de asimilación y creación, sea interior o exteriormente. En cambio, si la unidad fuera México, los mexicanos seriamos lo interno y lo externo el contexto internacional. Si de antemano sabemos, como buenos internacionalistas, que dicho contexto es cambiante y está sujeto a diversas variables y constantes que interactúan en gran parte por la mayor presión de otras unidades, lo único que nos queda es nuestro contexto interno.

Siendo así, es claro que nosotros, cada uno de los mexicanos, tiene la capacidad de cambiar su futuro modificando su presente. La cómoda posición de negarnos a aceptar cualquier culpa y “colgársela” a los vecinos, nacionales o extranjeros, es por demás comprobado totalmente inútil e incoherente.

México es un país de contrastes, matices, deficiencias y muchas irregularidades, pero teniendo una visión de que somos una unidad, de lo que yo haya no sólo me beneficia a mí, sino a los mexicanos en general, se puede lograr un cambio. Muchos nos preguntaríamos ¿qué garantías tengo yo de que el otro piense en el bien de México y no en el suyo propio? La respuesta es clara: ninguna en concreto. La única posible es la confianza, abstracta sin lugar a dudas y justamente la que escasea en nuestros días.

Más de uno podrá llegar a pensar en que es una utopía, lo cual no niego y estaría absolutamente de acuerdo, de no ser porque en el mismo Manual de prospectiva se plantea la premisa de la necesidad de regresarle sus virtudes y ventajas a la utopía, ya que gracias a esta y a la ciencia ficción, el ser humano se ha avocado a pensar más allá de lo posible, resultando en el mundo que hoy conocemos.

¿Qué es lo que nos hace negarle a México la posibilidad de ser un país mejor? ¿Porqué desacreditarle un logro? ¿De dónde viene toda esa desconfianza a lo positivo? Certezas no las hay al respecto, pero si la sería convicción de que la confianza se nos ha terminado, y por ello, debemos recurrir nuevamente a la utopía, con la expectativa de algo mejor, pero no solo esperarlo, como lo hiciéramos en épocas anteriores, sino ahora es ir a buscarlo, ser participes de ese “algo mejor”.

A muchos nos parecerá irónico, pero si el mexicano es capaz de enfrentarse a miles de peligros y arriesgar el “pellejo”, literalmente, en su búsqueda de una mejor calidad de vida en el vecino país del norte, ¿Por qué no correr los mismos riesgos en territorio nacional? ¿Qué acaso reciben mejor trato de las autoridades de allá que de las mexicanas?

La percepción del ser humano sin lugar a dudas, tanto del ser como del tiempo y del espacio son difíciles de modificar, alterar y más aun de cambiar o evolucionar, la obstinación, necedad o tenacidad, como la llaman algunos, plantea un serio obstáculo pero no quiere decir que sea imposible.

No se puede cambiar la mentalidad de un país de la noche a la mañana, pero es necesario que empecemos por comenzar, la sabiduría popular bien dice que lo más difícil es dar el primer paso, a más de uno nos habrá de constar. Y de empezar, no olvidemos que “El futuro está siempre en proceso de hacerse. Tenemos conocimiento del pasado y del presente. En función de ellos se pueden construir imágenes de futuro” .

No hay comentarios:

Publicar un comentario