“Ante la falta de pan, puro circo”.

Se acabo septiembre, mas no la patria,
pero dejémosla reposar,
que de tanto mencionarla,
se nos puede desgastar.

No estoy en contra de los festejos, eso lo tengo bastante claro, por que a fin de cuentas, no todos los días se puede tener alegría, risas y convivencia, sea sana o no. Pero este fin de semana no pude evitar ponerme totalmente en contra del festejo Olímpico Bicentenario, anunciado a más no poder bajo el pretexto de conocer a "nuestros" héroes deportivos.
En primera, la salud de mi hígado y de mi estomago se vieron seriamente deterioradas. El viernes toda la zona aledaña a Paseo de la Reforma se volvió caos vehicular, los traslados que eran de 15 a 20 minutos de convirtieron en una hora, y eso si tuviste suerte o preferiste hacer el trayecto a pie.
Y en segunda por considerar un gasto irrisorio e injustificado la necedad de instalar todos los elementos necesarios para la pista y la fosa de clavados, con un costo mayor a los 50 millones de pesos. El dinero gastado en dicha improvisación deportiva que es tan solo para dos días, lo considero como un gasto innecesario y mal invertido. Ese dinero, sin duda alguna, bien pudo dirigirse al remozamiento de un centro deportivo, o mínimo la construcción de uno nuevo.
Es innegable que el gobierno del Distrito Federal ha hecho de la avenida Reforma, del Ángel de la Independencia en específico, su epicentro de actividades para "beneficio" y gozo del pueblo. Pero esta vez, tratándose de un evento a cargo del gobierno federal, se llega a la conclusión que el espacio público, como lo es Reforma, se ha politizado, con consecuencias no siempre favorables para la población.
El cerrar una arteria principal como Reforma, en una ciudad como el DF y en viernes, no sé ustedes, pero no se necesita ser un genio en planeación o logística para concluir que muy probablemente la cantidad de adeptos ganados por el evento será proporcional o menor a los trabajadores enfadados por no poder llegar a tiempo a su oficina, sin olvidar a los estudiantes que obtuvieron el mismo resultado.
No cabe duda de que en estos días, por lo menos en cuanto a la capital de México, se ha roto aquella frase bien conocida, que al pie de la letra dice: "al pueblo, pan y circo", convirtiéndose ahora, “ante la falta de pan, puro circo”.

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