¡Miércoles!

Sencillamente hay semanas que no ayudan en la vida de uno. Se inicia con la preparación mental del domingo por la noche de que el día siguiente es lunes y por ende comienzan un sinfín de actividades, recuento de pendientes, agendar otras tantas, etc., etc.
 Pero ¡oh sorpresa!, llega el lunes y definitivamente no comienza bien. Tráfico hasta por debajo de las alcantarillas, gente mal y de malas, se te hace tarde, el trabajo nada más no fluye como quisieras y aunado a eso, el mundo se deshace en mil pedazos allende los mares. Podría pensarse que la tarde puede ser más benévola, pero nada, más aburrida y parca que la foto de Chopin en su lecho de muerte.
Llega el martes, ese día en que todo mundo decide que debe ir a trabajar después de hacer “San Lunes”. La historia parece repetirse, ahora no solo hay tráfico por debajo de las alcantarillas, ¡hay hasta en el estacionamiento de la casa!, por increíble que ello parezca. Los pendientes se acumulan, agendar citas para la próxima semana continua y las labores no cesan. Sin embargo, por aras del destino, el jefe ha salido de la oficina, eso aminora la presión del trabajo.
La tarde no es tan mala, viento fresco, olor a humedad, una rica comida y tomarse una siesta no está de más, todo sea para soportar el siguiente traslado al otro extremo de la ciudad, toparse con tráfico y sentir que andas perdido mientras los otros autos llevan prisa. Todo se soluciona, llegas a tiempo, una buena sesión y al final, regresas sin mayores problemas a casa, parece que fue un buen martes.
Y así, llegó el tan anhelado miércoles, mitad de semana, mitad de mes, el justo punto intermedio entre el lunes de trabajo y el viernes de antesala al fin de semana. Buena mañana, se te hace tarde pero no hay tráfico, te tomas un respiro y ya estás en la oficina. Suerte o destino, el jefe no ha ido a la oficina y no lo hará en todo el día, momento perfecto para hacer balance de los pendientes, si urgen o no, y finalmente decidir que te mereces un desayuno en forma.
La tarde no puede ser mejor, has salido temprano de la oficina, terminas tus pendientes domésticos a tiempo y decides irte a pasear, hay buen clima, poca gente en las calles, hoy tienes ganas de pensar en todo y nada, y llegas a la conclusión de que apenas es miércoles, pero por esta vez, ya estás una vez más del otro lado.

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